“A Bamako”
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Escrito por Elena Lavín Rivas   

En Bamako la vida transcurre acelerada. La actividad comienza pronto, sobre las 7 de la mañana las calles despiertan su abarrote diario e incesante. Las escasas carreteras asfaltadas se llenan de viejos coches, son casi un desafió al sentido  de lo inverosímil, parece que de algún tipo de alma están dotados para poder continuar en circulación, escupen sus escapes de color gris azulado y comienzan su deambular en busca de la subsistencia. Las motos se agolpan en los bordes de la carretera y caminan juntas, pegaditas con apenas centímetros de separación; los taxis, sotramas, bicicletas, bultos gigantes de todo tipo de mercancías que parecen que caminan solos, los carros, las cabras, los burros…….Mujeres y hombres ataviados con sus mejores ropas y perfumes se dirigen al trabajo. Las mujeres disponen su pequeño mercado en los bordes de la carretera, más de doce horas sin moverse del mismo lugar para vender o comprar lo necesario para pasar el día. Los niños alborotan todo, allí por donde pasan, son omnipresentes, montones de niños por todos los lugares. El polvo rojo se levanta del suelo dando testimonio de la fuerza que mueve a las personas en busca de un día más. El naranja del sol que de nuevo  amenaza con su imponente presencia, los colores chillones de las vestimentas que resaltan el negro de las pieles. Son los colores de Bamako.


Un día más en medio de este despertar me dirijo a mi lugar de trabajo, es la Oficina Técnica de Cooperación (OTC) de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID). Me recoge Amadou, mi compañero de tertulia y conductor de la moto que me lleva al trabajo. El lleva horas levantado ya pues en su intención de ser un buen musulmán se levanta  a las cinco de la mañana con la llamada a la primera oración. Llegar a la oficina es una aventura pues el tráfico funciona bajo el sentido común que normalmente esta carente del propio sentido y del común, así que sálvese quién pueda y el primero es el mejor. Después de cruzar el nuevo puente que comunica el margen de derecho con el izquierdo del río Níger, cruzamos las obras de las nuevas carreteras, los patronos y financiadores de las flamantes infraestructuras son chinos, esto forma parte de la Cooperación China que a cambio cubre su demanda de la materia prima necesaria para mantener el tren de manufacturas a bajo coste  y que luego exporta a este mercado emergente y copado de sus productos con suculentos descuentos aduaneros.  Nos vamos aproximando a la Embajada de España, lugar donde se encuentra la Oficina de la Cooperación Española, se sitúa en un barrio nuevo de Bamako, aquí las calles están asfaltadas los desagües tapados, los edificios nuevos, se respira el ambiente propio de un barrio administrativo, hecho a medida de quién quiere obviar el lugar en el que vive; se echa de menos el bullicio del movimiento que produce la vida y la sociabilidad en el ámbito público que es la esencia de este país.


Cuando cruzo la puerta de entrada al recinto de la Embajada encuentro las mismas caras de todos los días, es el personal que se encarga de que este lugar este siempre limpio y con sus flores bien cuidadas.  “Anisogoma” es como dicen en la lengua local, el bámbara, buenos días todos al unísono y con sus caras bien sonrientes.


Dentro de la oficina todo el mundo está dispuesto en sus despachos, cada uno concentrado con su tema, Olga con la salud y las cuestiones de género, Oumar con la cultura y la formación profesional y Jesús con la soberanía alimentaria y el desarrollo rural, pues estos son los sectores prioritarios de Cooperación Española en Mali. Montse, la coordinadora, con todo a la vez y aparte subvenciones de Estado, cooperación triangular, delegada y con la tan mencionada coordinación de donantes internacionales que tanta importancia ha tomado tras la Declaración de París. Parte esencial de este equipo son los malienses que trabajan con nosotros, Mohammed y Josep que se encargan de la administración y Fatoummata y Nafissa de la secretaría.  Los días transcurren entre documentos, llamadas telefónicas, reuniones con las ong´s españolas, otras agencias de desarrollo, personal del gobierno de Mali, visitas a terreno para ver cómo van los proyectos….el ritmo es acelerado pero en esta oficina siempre hay tiempo para un guiño o una sonrisa con un compañero.