MIcrocréditos como herramienta de desarrollo de las mujeres senegalesas
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Escrito por: Soledad Gutiérrez

Saint Louis, Senegal


Hace ya algunos años que una doctora española viajó a Senegal por motivos profesionales y, antes de volverse a España, una pequeña asociación de mujeres senegalesas le entregó un proyecto laboral impreso, para ver si conseguía ayuda para sacarlo adelante. Tiempo más tarde, la mencionada doctora y una serie de coincidencias volvieron a Saint Louis para poner en marcha un proyecto de microcréditos. De esto han pasado ya 8 años y desde entonces son numerosos los avances que se han logrado. Desde Madrid se ha constituido una asociación, llamada Entre Mujeres, que cuenta con la participación de voluntarias que una o dos veces al año viajan a Senegal para gestionar el proyecto. Mientras tanto, el seguimiento del proyecto lo realizan desde España, en el poco tiempo libre que sus trabajos les dejan. En Senegal cuentan ya con una red de mujeres, que juntas se han asociado bajo el nombre wolof de Jigeen ak Jigeen (mujer y mujer).


Gracias a la colaboración desinteresada de sus impulsoras y colaboradoras y a donaciones privadas, el grupo solidario Entre Mujeres recauda dinero durante el año a través de mercadillos, actos solidarios y donaciones, con el que posteriormente concede microcréditos para la puesta en marcha de pequeños negocios, dando becas de formación y atendiendo y revisando la salud de las mujeres de los grupos. Desde hace un año cuentan con sede propia en Saint Louis y durante la misión que acaban de concluir han dejado formado un grupo coordinador, planificadas nuevas formaciones (tintura de telas, bordado, jabón, costura y contabilidad en dos niveles), entregado el primer crédito grupal para la cría de pollos y habilitada un aula de informática.


Ya son más de 120 las mujeres que han recibido microcréditos gracias a esta acción. En la mayoría de los casos, se trata de mujeres analfabetas, sin ningún contacto previo con el mundo empresarial, marginadas de los circuitos de financiación tradicionales y que, sorprendentemente, en muchos casos nunca han visto el mar, aunque la ciudad está bañada por un río y por el océano.


Las tasas de reembolso durante este tiempo han sido muy buenas, superiores al 75%. No obstante, una serie de infortunios han provocado un fuerte descenso en los últimos meses. Enfermedades, muerte de un familiar, subida del precio de los alimentos en el país e incluso la crisis económica que asola a los países desarrollados y que ha reducido el importe de las remesas de los emigrantes, son algunas de las causas que influyen en el perfil de clientas de estas mujeres.


Sin embargo, y a pesar de las dificultades, las prestatarias se muestran decididas ante el papel fundamental de Jigeen ak Jigeen como agente de desarrollo. En la última asamblea celebrada, cerca de un 30% de las asistentes se ofrecieron voluntarias para formar parte de la coordinación del centro y otras tantas alzaron la mano para intervenir durante el acto y exponer sus inquietudes y deseos de futuro. Y esto ha sido todo un reto, teniendo en cuenta que muchas de ellas nunca han hablado en público, en parte debido, no a que sientan que no tienen capacidad, sino porque les cohíbe la presencia de hombres.


Aún queda mucho trabajo por hacer. Facilitar procesos que les ayuden a entender que ellas son las auténticas protagonistas de su desarrollo, que no es el dinero per se el que las va a sacar de la pobreza y que todas tienen mucho que aprender y que enseñar, son algunos de los retos para el próximo año. En este caso, se trata de cooperación “de sociedad civil a sociedad civil”, con fondos limitados pero con ilusión y  esfuerzo casi infinitos. Sin duda, de dónde proceda el dinero es lo de menos. El gran éxito de este proyecto radica en la implicación de sus miembros y su sintonía entre el deber y el saber hacer.